El Cinexin, el cine sin fin
¡el cine sin fin! “. Con este eslogan se promocionaba en televisión el mítico proyector de cine para niños en la década de los setenta.
El CinExin era un pequeño proyector que funcionaba con pilas, construido con un material plástico, muy resistente, y que contaba con un mecanismo de proyección manual que resultó clave de su éxito, pues era el propio niño quien decidía si hacer avanzar, detener o congelar la imagen. Se le daba al niño la capacidad de “dirigir” el tiempo del cortometraje animado.